miércoles, 30 de mayo de 2012

Las ganas de lluvia quemaban en nuestros labios sedientos. Les daban ganas de matar, de aullar, pero no contaban con la fuerza suficiente para deshacerse de su pasado. Cada quien por su lado, y que gane el primero en salir.
Eran lamentos los que nos despertaban a la mitad de la noche, en ese cuarto que solía pertenecernos, que lo guardaba todo tras sus frías paredes.Sabíamos que no solamente habitaban las voces en nuestro interior, sino que viajaban para esconderse en su forma paranormal y asustarnos hasta la locura. Sobra decir que ya nos creíamos locos.
De cuando en cuando, me daban ganas de pedirte que me destruyeras, que me despedazaras hasta que no quedase ni el aroma de mi hambre. Que mis sonrisas huyeran y que mi sangre se apartara de mí creyendo estar maldita. Sabiendo que nunca hay marcha atrás, ni siquiera escuchando las canciones que nos recuerdan que solíamos estar más vivos que el mundo, y que nuestra carne desnuda no era más que el disfraz del remordimiento que ardía bajo el contacto con nuestros labios.
Pero nunca te lo dije. Nunca te dije que los sueños se me oscurecían y que sin ponernos de acuerdo habíamos dado con el borde del fin del mundo. Ya el palpitar agitado, ya la vena que dolía de ansiedad. 
No quedaba en nosotros entonces saber que estábamos más cuerdos que nunca. A veces llorábamos, nos llovía en la habitación, pero siempre y sin saberlo hasta muchos amaneceres después, caeríamos en la cuenta de que habíamos salido triunfantes en la lucha más grande de ese tiempo: en donde el gran logro sería separarnos.

martes, 10 de enero de 2012

6. Ser quien tú quieres que sea.

Advertencia: estas NO son aventuras de un búho.


Que después de haber consumido aire, fuego, viento y tierra a diestra y siniestra decidas comer una manzana.
Parece fácil, pero la desgracia es digna de la situación: ¿He acabado conmigo misma?
No es que todos estos años me haya querido rebelar contra todas y cada una de las sugerencias de "La Buena Vida", según los expertos, sino que creo que lo que más me hacía sentir viva era ser yo misma. Así tal cual.
Y veanme ahora, qué pena me doy, haciendo lo que (creo yo) quieres que haga. Siendo quien (creo yo) tú quieres que sea.
Estas son las Aventuras del Búho, pero yo aquí, con la televisión a medio prender y la emoción a diez por hora. A ocho por hora. A tres. 
Ya se hizo de noche. Que estoy aprendiendo a disfrutar de un café en la compañía de mí misma, eso sí verdad. 
Eso sí.
Y me da risa, bueno, cómo intento mantenerme quieta en un lugar, por un determinado período de tiempo. Me estoy cayendo en esto de la emoción, en esto de querer compartir el postre con todo el mundo. 
La verdad es que no voy a poder ni durar un día siendo esa persona de quien no te hartarías ni cansarías. No soy nada hábil para estas cosas. ¿Qué pena verdad?


Que pena.



martes, 3 de enero de 2012

5. Esta vez no te vas a dejar.

La costilla rota, el cabello destrozado y los malditos que una y otra vez siguen siendo malditos, sin importar el cambio de disfraz. Pero esta vez no te vas a dejar.
No vas a dejar que te pisoteen a palabras, ni que te la creas: que eres un insecto débil y feo. Que necesitas cambiar.
No vas a dejar que se rían de ti y mucho menos, seguirles la corriente: burlarte de ti misma. Eres un búho, no un animal de circo, que se conforma con nada para sufrir cada vez más. De esos animales (y personas) que luego creemos que ya no tenemos opción, pero sí la tenemos.


Esta es la primera vez que me avisan que me estoy muriendo de adentro hacia afuera, y no al revés.
Y mientras tanto, 
"¿Cuántos días ha dicho doctor? Digo, por si se me ocurre cambiar el mundo, o perder la cordura antes"