Advertencia: estas NO son aventuras de un búho.
Que después de haber consumido aire, fuego, viento y tierra a diestra y siniestra decidas comer una manzana.
Parece fácil, pero la desgracia es digna de la situación: ¿He acabado conmigo misma?
No es que todos estos años me haya querido rebelar contra todas y cada una de las sugerencias de "La Buena Vida", según los expertos, sino que creo que lo que más me hacía sentir viva era ser yo misma. Así tal cual.
Y veanme ahora, qué pena me doy, haciendo lo que (creo yo) quieres que haga. Siendo quien (creo yo) tú quieres que sea.
Estas son las Aventuras del Búho, pero yo aquí, con la televisión a medio prender y la emoción a diez por hora. A ocho por hora. A tres.
Ya se hizo de noche. Que estoy aprendiendo a disfrutar de un café en la compañía de mí misma, eso sí verdad.
Eso sí.
Y me da risa, bueno, cómo intento mantenerme quieta en un lugar, por un determinado período de tiempo. Me estoy cayendo en esto de la emoción, en esto de querer compartir el postre con todo el mundo.
La verdad es que no voy a poder ni durar un día siendo esa persona de quien no te hartarías ni cansarías. No soy nada hábil para estas cosas. ¿Qué pena verdad?
Que pena.