domingo, 9 de octubre de 2011

3. Cómo ir un paso adelante de la muerte, y no regarla.

Que no sé decirte que quizás sigo enferma; a la cara, y sin darle vueltas a un remolino de ideas que me dicen que te van a llevar lejos, muy lejos de donde estoy yo. Pues sí, que a veces considero mucho el alejarme de una vez y por todas, pero que no me sale. Y no es miedo, eh, que miedo sólo hay para una cosa, y esa es el quererte cada día más. Pero no, yo me encargo.
Venga. Ya no quiero volver a sonar ridícula; que si me pasó una vez es porque dejé que me doliera en donde no debía, y ya está el juramento de que no me volverá a pasar. Porque soy diferente. Porque soy más valiente. Porque a mí de vez en siempre me llaman la "más problemas" y me encierran para que no me mueva ni de la silla, y aún así me escapo; y sin decirte dónde estoy ni a donde voy, me ves día con día como si la vida fuera plana. Sencilla. Inalienable.
Y pensar en la muerte es el flujo continuo de mi ser y de mi estar, ¿qué no te has dado cuenta? La muerte. Muerte. Esa. Súbita. Sin mucho sentido. Con ganas de pulverizar la más recóndita idea de lo que represento: suerte, infortunio, sentir y creer que todo se acaba. El tic-tac de mi mente apresurándose casi a diario para decirte que no has sido tú, ni siquiera que he sido yo. Que ha sido todo y que hemos sido todos.
Ya no tengo hambre, y eso es triste. Y ni siquiera hablo literalmente, pero la metáfora llega, ¿ves? Tú sabes. Que estoy como borde y soy felicidad andando, jajaja, pues sí verdad, ni para qué me quejo. Pero que el hambre se me va acabando de donde creí que había comida al por mayor, es de preocuparse. Creo.
O así son las cosas. Igual y sí. Yo creyéndome(nos) diferente(s) y al final siempre me gusta repetir los "I'll be back's" de las películas. Como disco rayado. Como quien no quiere vivir en la realidad.
 Y lo acepto. Parece que no pienso bien cuando estoy en condiciones deplorables, pero ni así acaban conmigo. Que regreso a checar y le punteo lo que se me fue por la alucinación y la tristeza. Darle un trago amargo al agua y continuar con la batalla contra no sé qué. Pero aquí sigo, diciéndote lo que siento aunque no me sepa el 2 + 2 de lo que va a suceder mañana. Así están las cosas, por caerse. Y yo vuelvo a preguntar,


¿Notas cómo chillan los pájaros?

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